jueves, 27 de octubre de 2011

Soñar es gratis

Es la típica tarde en la que me encantaría tirarme en un sofá, con una taza de chocolate bien caliente. Arroparme con una manta, con una ilusión. La de que sonara el timbre y fueras tu, acompañado de una de esas pasteladas de películas que tanto odiabas.
Disfrutaríamos de una típica velada en pareja, en ex pareja mejor dicho, donde las risas, las miradas, las tentaciones, donde la magia, estarían a flor de piel.
Recordaríamos típicos momentos que solo tú y yo podemos entender, nos preguntaríamos ¿ Y si…?. Nos miraríamos y sabríamos perfectamente lo que nos ronda la cabeza, ese pensamiento que lleva mas de dos meses atormentándome por dentro.
Me harías una mueca, típico gesto que no dice nada y a la vez lo dice todo, ese todo al que aun no me resigno, un todo que suena a “Era la mejor”.
Mirarías el reloj, me sentiría incomoda, te incorporarías y dirías, “Se hace tarde”. ¿Tarde? No, nunca es suficientemente tarde.
Te acompañaría a la puerta, me abrazarías. Entonces yo pararía el tiempo, y me quedaría ahí, disfrutando de cada detalle, de tu jersey de lana, de tu colonia de diesel, de tu lunar en la oreja, de ti.
Abrirías la puerta y dirías, “Adiós”, esa palabra que debería desaparecer del vocabulario y que sabes que tanto me duele. Esa palabra, la única quizá, que me hace reaccionar. Es entonces cuando la valentía se apoderaría de mi y te diría “No, adiós no, prefiero un hasta pronto”.
Y es que si, hoy es una de esas tardes en las que simplemente me apetece soñar.


Siempre me gustaron las segundas partes

Suena el despertador, abro los ojos y conmigo despierta el dolor de cabeza. Puta resaca. Me levanto y encuentro restos de lo que debió de ser una gran noche. Cervezas, colillas, besos, caricias, fotos por los suelos, recuerdos por las esquinas. Abro la nevera, necesito comer algo. No recuerdo bien lo que sucedió anoche pero debiste acabar con todas mis energías. Mierda, esta vacía. Vacía, por primera vez mi nevera y yo tenemos algo en común.

Vuelvo a la habitación, quiero perderme entre las sabanas, sumergirme bajo el edredón y dejar el tiempo pasar.
Suena el móvil, un mensaje. “Dejemos que sea nuestro secreto”.  De pronto, se enciende en mi ese algo, esa sonrisa tonta, esa necesidad de recordar cada detalle, cada centímetro de anoche. Ese noseque en el estomago que me lleva a revivir lo sucedido.
Llamada espontanea, cena improvisada del chino, risas, miradas, mas risas. Película oportuna, caricias en las manos, besos en el cuello, susurros al oído, pasión, desenfreno. Crucero por mis sabanas, tour por tus lunares, excursiones por mi piel, viaje a la locura.
Cojo el móvil. Opciones, responder. “Prometo guardar el secreto, solo si se convierte en costumbre”.



Simplemente diferentes

No quiero palabras, prefiero momentos. No quiero horas, quiero minutos. No busco compromiso. No me gustan las comparaciones y las confianzas traseras. No necesito fechas. No me gustan los agobios. No me gusta echar de menos, pero lo hago. No me gusta el orgullo, pero me puede. No me gustan las borderias, pero vivo con ellas. No quiero preguntas, me confornmo con respuestas. No quiero etiquetas. No necesito nombres. Me basta con que tú lo sepas.

Dilo todo sin palabras

Quiero que me cantes una cancion, bajito y al oido. En un cuarto sin luz, sin orgullo, sin verguenza, sin pensar. Tan solo dejandote llevar. Quiero que me cantes una cancion de estas que no dicen lo bonito que es el amor, de estas que no hablan de romeos y julietas. Quiero canciones que no se cantan por cantar, de las que cuesta escribir y más aun mostrar. Alquien me dijo una vez que hay cosas que no se dicen pero que se sienten, asique sii el miedo te impide hablar, coge la guitarra y dame canciones.