domingo, 18 de diciembre de 2011

Amor se llama el juego, en el que un par de ciegos, juegan a hacerse daño.

Doce de la mañana. Amanezco entre sabanas ajenas. Entre recuerdos desconocidos, entre malas compañías, entre promesas incumplidas, entre vicios.
Juré no volver a caer, y aquí me tienes, reincidente hasta la saciedad. Adicta al pecado, al dolor, a ti.
Pero esta vez es diferente, esta vez tu cuerpo huele a sinceridad.
Esta vez sobran los formalismos. Esta vez basta con saber que tan solo fue una noche.
Hoy, al despertar, lo he comprendido. He entendido que no somos mas que dos alcohólicos anónimos que necesitan embriagarse de pasión, de descontrol.
Somos dos drogadictos, que, incapaces de reconocer sus perdiciones, necesitan su chute diario.

No somos mas que orgullo luchando contra una debilidad llamada sentimiento.


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