jueves, 8 de diciembre de 2011

Ser valiente no es solo cuestión de suerte.

A veces asustan los cambios con los que te va sorprendiendo la vida. A veces te sientas un domingo por la noche en el sofá y extrañas lo que solía ser tu rutina. A veces cuando suena el despertador desearías que fuera un madrugón de lunes para ver a la gente que antes formaba parte de tu día a día. A veces te dan ganas de apretar al pause y decirle a la vida que aminore, que suelte el acelerador. A veces, porque no, reconozco que me asusta el tiempo, y lo que este conlleva.

No, no me da miedo conocer gente diferente, añadir números a mis contactos, experiencias en mi diario o compartir momentos con caras nuevas. No me asustan las bienvenidas, lo que temo es un adiós.
Me da miedo ignorar lo que tenia. Me da miedo acomodarme a lo nuevo y dejar a un lado lo antiguo, como quien olvida a su barby o su lego favorito. Me da miedo fallar a aquellas personas que significaron y significan tanto. Me aterroriza que, por culpa de mi dejadez, quizá pasotismo y en muchas ocasiones simple torpeza se vayan. Me da miedo que lo que he ganado este año eclipse lo que llevo ganando toda una vida.



Pero, tener miedo no nos hace ser cobardes, sino humanos. Tener miedo te demuestra, incluso a ti, tachada tantas veces de fría y distante, que querer a los que te quieren no es de débiles o ilusionistas, sino de valientes.  Asique reúne esa valentía para recordarles cada día que, contra todo pronostico, te resistes a olvidar lo que fue, es y será, una gran amistad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario